Por Julián Romero
Tehuitzil
Los antiguos pobladores de
nuestro país no conocían el término ‘infierno’, pero los misioneros españoles
astutamente y con base en las costumbres politeístas de los mexicanos,
transculturaron las creencias religiosas, hasta imponer el catolicismo a los
pobladores de esta nación, prueba de ello se puede apreciar hoy en día en
algunas iglesias que fueron construidas en la parte alta de algunas pirámides,
(existe en el pueblo de Amatlán, en el Estado de Morelos, una iglesia en cuya
entrada principal se pueden apreciar dos columnas de serpientes emplumadas) tal
vez, como símbolo de rechazo a la conquista.
Como una forma de favorecer el cristianismo,
los cráneos que adornaban el Tzompántli en México
Tenochtitlan o los altares de Tlatelolco, desaparecieron para más tarde
reaparecer al pie de los altares y cruces atriales; el Mictlán prácticamente
había desaparecido para convertirse ahora en ‘Campo Santo’, generalmente
instalados junto a los templos.
La mano de obra que en años construyó
pirámides, era la misma que sacrificaba su fuerza a la construcción de iglesias
durante la época colonial y en donde la muerte es representada por un esqueleto
en diferentes posturas, portando en la diestra una guadaña.
Una obra pictórica destacada de este tiempo
es la llamada ‘El Triunfo de la Muerte’, el personaje principal es la propia
muerte y tiene en la mano izquierda una vela a punto de extinguirse.
El significado simbólico es variado, la
podemos apreciar hoy en día en el Museo del Virreinato en Tepotzotlán, Estado
de México, este significado de la muerte se fue acrecentando en miedo y respeto
hacia ella. En el siglo XVIII dejó de ser algo terrorífico y su imagen fue
representada como personaje amable (como figura de ballet) y estaba cada día
más ligada a la vida cotidiana de los humanos, fue la época de las piras
funerarias, arte popular de aquel tiempo.
Los días uno y dos de noviembre, la gran mayoría de
los habitantes del país, tiene la obligación moral de ofrecer ofrenda a los
muertos, ya sea en casa o en panteones. Estos días se aprovechan para pasarla
bien con los espíritus de los muertos, compartir con ellos los alimentos que
más gustaban en vida, adornar las tumbas, quemar copal y, por qué no, echarse alguna
que otra copita y brindar por ellos.
Desde los últimos días de octubre, en algunas
poblaciones se llevan a cabo preparativos para celebrar, ‘como Dios manda’ a
quienes se adelantaron en el camino.
La muerte en México es la de siempre, aquella
que mata y acecha a la persona que está llegando a su destino final.
A raíz de la participación de los
medios de comunicación y la proliferación de centros comerciales dentro
de la vida social del mexicano, esta se ha transculturado de alguna u otra forma, por
un lado, nos apresuramos a transformarnos en brujas, diablos o vampiros para
salir ‘disparados’ a festejar la noche de brujas o ‘jalouin’ en la casa o
departamento de un amigo y por otro, tratamos de mantener nuestra identidad
nacional viviendo nuestras tradiciones, colocando ofrendas y altares a nuestros
muertos y protocolizar este proceso después de darnos ‘golpes de pecho
nacionalistas’
Es ahí donde nuestra esquizofrenia cultural y
nuestro malinchismo se hacen evidentes; para muchos, este rito es hoy un mitote
compartido entre miembros de una comunidad cuestionándose lo incuestionable.
Esto es el principio de cambio de actitud de
algunos mexicanos ante la muerte cuando siente que llega al final de la vida,
desafortunadamente, muestra en la práctica mayor afinidad con “Nuestro México Lindo y querido, “y sus ánimas
del medioevo que con la ‘Catrina’, sagaz, inclemente y pispireta muerte
indoamericana.
Por su parte, los niños y algunos ya no tanto, aprovechan los días 1
y 2 de noviembre (algunos desde los últimos días de octubre) para salir
a recorrer la mayor cantidad de calles posibles para solicitar a los adultos
golosinas o dinero, diciéndoles: ¿Me da para mi
calavera?, que es una réplica de la costumbre estadunidense de solicitar dulce
o broma, que se lleva a cabo el 31 de octubre de cada año, para celebrar
‘el día de brujas’, estas también, muy ligadas a la
muerte.
Dicho popular mexicano.
Sin
embargo y a pesar de las circunstancias actuales, el carácter del mexicano nos
lleva a enfrentarnos a la muerte con reto, audacia y humor, eso si, siempre
pintando nuestra raya,
(‘hágase la voluntad
de Dios en los bueyes de mi compadre’), porque eso si, de que da miedo,
da miedo ¡ y mucho !.
En
otras ocasiones nos referimos a la muerte como lo marca nuestra sociedad y
decimos: ‘Se lo cargó la huesuda’, ‘Estiró la
pata’, ‘Colgó los tenis’ ‘Ya se piró’, ‘falleció’, ‘dejó de existir’, ‘Se lo llevó la flaca’ y en el mejor de los casos ‘Pasó a mejor vida’. Sin embargo, los que vemos la
muerte desde la barrera, creemos que a nosotros no nos va a llegar, por lo
menos por ahora; es decir, nos consideramos a nosotros mismos como seres
infinitos y es sólo en momentos específicos cuando verdaderamente creemos que
vamos a morir, recordemos esa estampa pintada con una calavera que dice: ‘Como te ves me vi, como me ves te verás, los
mexicanos nos reímos de la muerte,
tratamos de olvidarnos de ella, somos esqueletos forrados pero tarde o temprano
vamos a ser así’.
La idea y el concepto de que el
mexicano se ríe de la muerte, es muy relativa, en la época actual, son pocos
los que piensan en el sacrificio de morir, si bien es cierto y parodiando un
poco a la muerte como tal, nos atrevemos a mencionar frases como: “sin ti moriría de amor” o “soy capaz de dar mi vida por ti”,
pero en realidad ¿somos conscientes de que en algún momento dejaremos de
existir?,
Quién dijo miedo a la muerte, si para morir nacimos.
“Si no morimos como vivimos es porque realmente no fue nuestra la
vida que vivimos: no nos pertenecía como no nos pertenece la mala muerte que
nos mata.
Dime cómo mueres y te diré quién eres. ” Octavio
Paz
VIDA DESPUÉS DE LA
MUERTE
La dignidad de la persona humana exige un sentido de trascendencia,
la muerte es trascendente, por ella, el hombre trasciende.
En
la religión cristianas, solamente existen tres posibilidades de vida después de
la muerte, infierno, purgatorio y paraíso .
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