Nuevamente como cada cien años, en México la violencia y la muerte alcanzan niveles nunca vistos, ahora con el enfrentamiento constante contra la delincuencia organizada que ha permeado en todos los estratos sociales.
La llamada tercera guerra nacional ya supera en muertos y atrocidad a los enfrentamientos armados de 1810 y 1910.
Durante el gobierno que encabeza AndrĂ©s Manuel LĂ³pez Obrador, la escalada de violencia en el paĂs ha rebasado nuestra indignaciĂ³n. En parte porque las acciones de gobierno han resultado ineficaces, tras la complicidad de mandos policĂacos y polĂticos encumbrados, en un tejido social destruido y polarizado.
La dicotomĂa impulsada desde el propio ejecutivo, en nada abona en beneficio de la reconstrucciĂ³n social, enfrentamiento estĂ©ril que ahonda diferencias y entorpece soluciones, que se refleja en la normalizaciĂ³n de la violencia. En ocasiones de interĂ©s pĂºblico por su extrema violencia o difusiĂ³n en redes sociales.
El problema que vivimos millones de mexicanos se refleja en los nĂºmeros de la muerte, que evidencian un sistema caduco y un gobierno rebasado.
Cuando cumpla cuatro años y cuatro meses de mandato el presidente LĂ³pez, en MĂ©xico se habrĂ¡n cometido mĂ¡s de 160 mil homicidios dolosos, superando las cifras alcanzadas en el gobierno de Enrique Peña Nieto que acumulĂ³ 156 mil.
AdemĂ¡s de los asesinatos se sumarĂ¡n mĂ¡s de 30 mil desaparecidos de este sexenio y se habrĂ¡n acumulado 100 mil desde el inicio del mandato de Felipe CalderĂ³n Hinojosa y que marca el inicio del enfrentamiento armado de instituciones contra la delincuencia organizada.
Pero si las cifras de terror, marcadas con el homicidio doloso y los miles de desaparecidos, deben sumarse mĂ¡s de 350 mil muertos a causa del Covid-19, derivado de una polĂtica de salud pĂºblica errĂ³nea.
En esta danza de nĂºmeros que registran la inseguridad y la muerte, aĂºn se escucha la voz crĂtica de 36 periodistas asesinados en el presente sexenio, que su ausencia exige justicia en un paĂs en donde la impunidad se pavonea con descaro, mĂ¡s de 95 delitos quedan impunes.
Si culpando al gobierno fuera la soluciĂ³n al problema, no dudarĂa en su linchamiento inmediato, sin embargo la realidad me obliga a tomar decisiones que mucho tienen que ver con la concordia y el respeto a los adversarios.
La construcciĂ³n de un futuro inmediato que erradique la polarizaciĂ³n en la que se encuentra sumergida la sociedad, en donde los hermanos se colocan en bandos contrarios por su forma de pensar, cuando lo que se requiere, es encontrar las acciones pĂºblicas que nos unan, no importando el color de su plumaje o la riqueza que hubieran acumulado.
Unidad y respeto hacia la construcciĂ³n de acuerdos, porque si se puede.
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