
2013-0723 | Alberto Patishtán Gómez fue condenado a 60 años por homicidio, robo y posesión de armas militares, pero el único que lo acusó directamente es el hijo de un exalcalde al que siempre criticó. De eso hace ya 12 años.
‘‘No pedirĂ© el indulto del gobierno. No tengo de quĂ© pedir perdĂłn, pues’’, declara Alberto Patishtán GĂłmez en el patio del penal nĂşmero cinco, en San CristĂłbal de las Casas, ante las versiones de que, si el tribunal colegiado federal que revisará su caso prĂłximamente en Tuxtla GutiĂ©rrez determinase mantenerlo preso, el gobierno federal podrĂa indultar al profesor tzotzil tras 13 años encarcelado, y una condena de 60, bajo cargos falsos y como chivo expiatorio de cuatro sucesivos gobiernos.


Por primera vez en largo tiempo hay poca gente para la visita dominical en el rincón del patio carcelario donde se han reunido durante años los adherentes de la sexta, en torno a sus presos. El pasado jueves salieron casi todos, nueve de ellos. Aunque durante la mañana hubo visitantes, se siente que hoy no están, ni sus familias.
Por la tarde, se encuentran solamente la hija de Patishtán, Gabriela, quien el pasado 29 de mayo hizo abuelo al profe, y su bebita GĂ©nesis Itzae, envuelta en un bello rebozo de Oxchuc, de donde es originario su compañero, tambiĂ©n presente. Y con ellos, Alejandro DĂaz Sántiz, el Ăşnico solidario de Voz de Amate que sigue adentro.
Patishtán no oculta su alegrĂa por la ausencia de sus compañeros. Una paradoja comprensible. ‘‘Fue una sorpresa para todos, y desde que les avisaron que iban a salir los compañeros, no podĂan dormir de los nervios’’, rĂe el profesor tzotzil, cuya propia liberaciĂłn sigue siendo una demanda internacional de legitimidad creciente.
Recuerda la nueva visita del gobernador Manuel Velasco Coello, el pasado jueves, para liberar a los otros nueve. ‘‘VolviĂł a asegurarme que apoya mi liberaciĂłn. Que lo tiene hablado con el gobierno federal. Que se hace todo lo posible’’. Señala que le demandĂł al mandatario ‘‘hacer todo’’ por la libertad de DĂaz Sántiz (su caso está en tribunales de Veracruz); que se traslade a este penal a los dos presos adherentes de la sexta de San Sebastián BachajĂłn, ‘‘pero principalmente que les den ya su libertad’’.
El gobernador “girĂł instrucciones aquĂ mismo al procurador Raciel LĂłpez Salazar para que se revisen de inmediato los expedientes de Miguel Demeza JimĂ©nez y Antonio Estrada Estrada, acusados falsamente’’, asĂ como establecer comunicaciĂłn con la justicia del estado de Veracruz para resolver el caso de DĂaz Sántiz.
Ante la pregunta de si cree esas promesas, Patishtán replica: ‘‘Creo que el gobierno está muy obligado a cumplir, pero no me convencerĂ© hasta estar afuera’’. Y subraya: ‘‘Hay que seguir luchando’’. Escuchándolo resulta inevitable recordar a The Black Keys y su rolĂłn So he won’t break (‘‘Sabes cuál es la diferencia. /Sabes todo lo que piensa. /Es amor, asĂ que Ă©ste no se va a quebrar’’).
El profesor Patishtán admite: ‘‘Ya aprendĂ a ver que se vayan los compañeros, y siempre es un contento’’. Relata que ahora otros presos se le acercan constantemente para que ‘‘los ponga en la lista’’ y Ă©l les dice que no es asĂ de apuntarse, es una lucha que necesita compromiso y conciencia. Y deben convencer de su inocencia de los delitos que les atribuyen. ‘‘CĂłmo ven que logramos triunfos, muchos quieren. Otros que empezaron a trabajar con nosotros y desistieron –la lucha es difĂcil– ahora están muy arrepentidos. Les digo que si de veras están dispuestos, deben aprender a organizarse ellos’’.
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